Está considerado el momento de mayor relevancia en la historia del Reino Unido, cuando dicho país expande y consolida su imperio, se transforma en la primera economía del mundo y disciplinas como la literatura y la medicina florecen. La época victoriana es, sin lugar a dudas, la edad de oro del país anglosajón, pero también tuvo algunas sombras y aspectos un tanto tétricos que muchos desconocen. Hoy desde El Ibérico os comentamos algunas curiosidades un tanto siniestras sobre la época victoriana:

1. Una Reina en permanente luto

Reino Victoria
La Reina Victoria, “Abuela de Europa”.
La Reina Victoria, que da nombre a este período, merece el primer puesto en la lista. Ostenta uno delos reinados más largos de la historia del Reino Unido y en su día fue considerada un icono nacional, una figura que encarnaba los valores y la moral de la sociedad de la época. Quedó viuda en 1861, y hasta su muerte cuatro décadas después estuvo en luto permanente, vistiendo siempre de negro y evitando en lo posible todo tipo de apariciones públicas. La Reina Victoria acudía aLondres sólo para actos oficiales, y prefería confinarse en la seguridad que le ofrecían las dependencias reales. Apodada “la viuda de Windsor”,paradójicamente los británicos engalanaron Londres en blanco y púrpura para despedirla en su funeral debido a que en los últimos años de vida la monarca dijo estar cansada de usar únicamente el color negro.

2. La niebla o “pea soup”

Una de los fenómenos meteorológicos más asociados a Londres es el de la niebla. Un hecho que en realidad es muy infrecuente y que se da en contadas ocasiones. No obstante, parece ser que durante la época victoriana la niebla de la que se valía Jack “El destripador” y otros personajes para cometer sus fechorías era una constante. Era producto de una combinación de vapores emanados del río Támesisjunto al humo procedente de las estufas de carbón que eran habituales en la época. A ello debían sumarse la contaminación emanada de las fábricas y talleres repartidos de la ciudad, y todo ello provocaba una especie de neblina pesada que según testimonios de la época tenía un característico color verduzco que hacía que fuera conocida por los londinenses como “pea soup” (sopa de guisante). Al margen de dificultar la visión y servir como herramienta para tender emboscadas, la presencia de contaminantes en la neblina provocaba problemas respiratorios que costaron la vida a miles de ciudadanos.

3. Cirugía sin medios

Es quizás uno de los aspectos más espeluznantes de la época. Y es que en un tiempo en que la cirugía era una disciplina todavía en desarrollo, la limpieza de las herramientas y hospitales brillaba por su ausencia y el único anestésico que podía encontrarse eran el whisky y el ron, someterse a una operación quirúrgica era una auténtica ruleta rusa. Dependiendo del tipo de lesión, entre un 25 y un 50% de los pacientes morían, ya sea por pérdida de sangre durante la intervención, infecciones tras ésta o directamente por el shock sufrido.
En dicha época la solución para muchas lesiones era proceder a la amputación de miembros. Una muñeca rota cuyo hueso no soldaba bien solía terminar con el paciente en una mesa de operaciones rodeado de personas que utilizaban sierras y otras herramientas más propias de un almacén de bricolaje. Perder la conciencia durante la intervención era lo mejor que podía suceder, y aquellos que lograban superarla debían enfrentarse a un post operatorio en el que se carecía de elementos básicos como vendajes limpios y desinfectantes.

4. “Resucitadores”, ladrones de cuerpos al servicio de la ciencia

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“Resurreccionistas” por Hablot Knight Browne (1847).
Una de las disciplinas que más se desarrolló durante la época victoriana fue la medicina. En las principales ciudades del Reino Unido surgieron facultades en las que los doctores enseñaban a sus alumnos anatomía. Pero para el estudio de ésta era necesario un recurso imprescindible pero muy escaso: cuerpos humanos. En los primeros años los cuerpos de los reos condenados a muerte y mendigos eran suficientes para satisfacer la demanda, pero el boomde la medicina, que multiplicó exponencialmente el número de alumnos, hizo que la demanda superara notoriamente a la oferta. Y para nutrir a esas universidades surgió una red de profesionales que hicieron del robo de cuerpos su profesión.
Los resucitadores tomaban, literalmente, a las personas recién fallecidas de los cementerios, rompiendo los ataúdes y extrayendo los cuerpos mediante cuerdas. Posteriormente los vendían a las facultades de medicina, que los utilizaban en sus sesiones formativas. Se llegó a crear todo un mercado negro de cuerpos, en el cual éstos se valoraban en función del deterioro del cuerpo y el estado de sus órganos internos y músculos.

5. Comida para todos los gustos

Siendo sinceros, la cocina no es uno de los puntos fuertes del Reino Unido, pero muchos pasarían a considerar la actual gastronomía británica un manjar tras leer como era la comida en la época victoriana. Hoy en día pocos se sentirán atraídos por una sopa de cerebroun revuelto de hígado o un corazón rebozado, pero estos platos eran considerados auténticas delicatessen en dicho momento. La máxima era no desaprovechar nada, y tener acceso a comer carne era todo un lujo aunque fueran piezas de casquería. También eran frecuentes otro tipo de comidas hoy en desuso, como la sopa de tortuga o gelatina realizada con grasa de ballena, platos que hoy ya no se consumen dado que estos animales se encuentran al borde de la extinción.

6. El hacinamiento en las “casas de pobres”

Gustave Dore. Dudley street, seven dials. Busy street scene with sets of shops which can be seen on the right. The shops are selling shoes which are lining up on the floor around the opening from under the ground. Children and their mothers are in front of them. This image was first published in 'London, a Pilgrimage' 1872, on p.158.
Dudley Street, cerca de Paddington, en 1872.
El proceso de industrialización hizo que ciudades comoLondresBirmingham oGlasgow aumentaran rápidamente su población. Millones de personas se desplazaron a las zonas urbanas en busca de trabajo en las fábricas y talleres textiles. Y con ello surgió el problema del hacinamiento y la escasez de vivienda. Ante la ausencia de casas en las que alojar a los recién llegados, las autoridades crearon las llamadas “casas de pobres”, unas instalaciones administradas por el gobierno donde personas de bajo poder adquisitivo, enfermos mentales y con adicción al alcohol o las drogas podían vivir. Dichas viviendas llegaban a alojar a familias enteras en habitaciones de pocos metros cuadrados, estaban infectadas de ratas y conformaban focos de delincuencia.
La sociedad de la época consideraba la pobreza como algo deshonroso y fruto de la poca capacidad de trabajo de quienes la padecían, así que además éstos sufrían el estigma social de ser considerados vagos y merecedores de la situación que padecían, lo cual no incentivaba a la mejora de las condiciones habitacionales.

7. El auge de la novela gótica y detectivesca

Mientras que al otro lado del mundo Edgar Allan Poe se consolidaba como escritor gótico, en el país británico otros como Bram Stoker con “Drácula” y Rober Stevenson con “Doctor Jekyll y Míster Hyde” se convertían en referentes de la novela gótica. La literatura de la época victoriana es acorde al ambiente en que se vivía, así que proliferó la novela con personajes oscuros en los que se combinaba el romance y el horror. En la última fase de la época victoriana también se desarrolló la novela detectivesca, con el inspector Dupin creado por el mismo Poe y el inolvidable Sherlock Holmes de Doyle como grandes referentes, personajes que basaban la resolución de sus casos en el uso de la razón y que no debían seguir los arcaicos procesos de la policía de la época que se mostraba incapaz de resolver la mayoría de casos asignados.

8. Unas opciones de ocio muy tétricas

Joseph Merrick en 1889
Carta de presentación de Joseph Merrick de 1889.
¿Qué hacer en tu tiempo libre en una época en la que no había fútbol, cine, musicales y en general ocio nocturno? Ante la ausencia de actividades con las que llenar el tiempo libre los británicos optaban por prácticas ante las que muchos fruncirán el ceño. Una de ellas eran las llamadas “exposiciones de rarezas”,en las cuales seres humanos anormalmente altos o bajos, con hipertricosis (que provoca la aparición de vello por todo el cuerpo), con órganos sexuales masculinos y femeninos al mismo tiempo y otro tipo de condiciones extraordinarias eran expuestos para el impacto de los espectadores. El caso más famoso y triste puede ser el del Joseph Merrick, conocido como el “Hombre elefante”, una persona extraordinariamente inteligente que por desgracia padecía el síndrome de Proteus, una enfermedad congénita que le provocaba un crecimiento anormal de la piel y los huesos.
Otras de las aficiones consistía en la fotografía post mortem o “Memento Mori”. Hacerse una fotografía era una actividad costosa y al alcance de pocos. Con ellas se buscaba recordar a los seres queridos. Y en muchos casos se les fotografiaba una vez éstos habían fallecido. Fue popular en la época vestir a los familiares y amigos recién expirados con sus mejores galas y fotografiarse junto a ellos. Cabe añadir que las fotografías de la época suponían permanecer inmóviles por unos 20 minutos junto a los cadáveres, los cuales eran maquillados y a los que se les mantenía erguidos y con los ojos abiertos mediante soportes y adhesivos.

9. Asesinos en serie

Amelia_Dyer
A Amelia Dyer se le condenó por el asesinato de decenas de niños y niñas y fue ajusticiada, en la horca, en 1896.
No existían herramientas con las que hacer análisis de balística y de ADN; el personal de policía carecía en muchos casos de formación básica, y a todo ello, había una mezcla de resignación y desconfianza hacia los cuerpos de seguridad. Quizás la historia de Jack “El destripador” es la más conocida para el gran público, pero tras la caída del sol los residentes en las grandes ciudades debían ingeniárselas para sobrevivir a la acción de los asesinos en serie que merodeaban en los barrios marginales. Siniestros y perturbados personajes como el doctor William Palmer, la prostituta Sarah Freeman y el peor de todos, Amelia Elizabeth Dyer, conocida como “Baby Farmer” y a la que se le atribuyen más de 400 víctimas, fueron una amenaza constante bajo el reinado de Victoria.
Los asesinos en serie eran muy prolíficos y sólo eran capturados por una serie de graves errores o por ser delatados por algunos de sus cómplices. No contentos con los asesinos reales, se llegó incluso a crear otros ficticios, tal y como ocurre con Sweeny Todd, el llamado ‘barbero diabólico de Fleet Street’.